La escultura griega
INTRODUCCIÓN
En Grecia se descubre el poder
libre da la contemplación estética. Sin perjuicio de que las imágenes tengan un
significado religioso, pueden atraer por su propia belleza. Surge así un
sentido autonómico del arte.
El hombre se convierte en el
protagonista del arte. Su evolución irá desde un arte casi abstracto en los
primeros tiempos a un arte extremadamente realista basado más que en la
plasmación de un determinado individuo, en la recreación de un tipo o especie. De
ahí que sea un realismo idealizado.
La mayoría de las obras
originales se han perdido y hoy podemos tener conocimiento de ellas a partir de
copias romanas de épocas posteriores.
La importancia de la escultura
griega es capital, ya que será el referente para todo el desarrollo de la
escultura posterior en occidente.
CARACTERÍSTICAS
Motivo predilecto de la
representación fue la figura humana, mientras que el mundo animal y vegetal
quedaron relegados a un segundo plano.
Constante preocupación por
representar el cuerpo humano mediante un sistema correcto de proporciones.
Material principal fue la piedra
(el mármol), pero a partir del siglo V a. C. se extendió el uso del bronce,
mediante la técnica de fundición en hueco.
La escultura solía estar pintada
para dotar de mayor realismo a las figuras. Pero sus colores se acabaron
desprendiendo y durante mucho tiempo se tuvo la falsa creencia que los griegos
preferían el color natural de la piedra a la policromía.
CRONOLOGÍA Y EVOLUCIÓN
Periodo arcaico
Siglos VII y VI a. C.
Se mantiene el concepto de
estatua bloque creado en Egipto.
Los kuroi son estatuas votivas de
los atletas triunfadores en los juegos. Están totalmente desnudos. Sus labios
permanecen cerrados, llevan larga cabellera, dispuesta radialmente y terminando
en rizos sobre la frente. En su rostro se percibe una sonrisa llamada arcaica,
que da vida a estas rígidas figuras. Es fácil observar la derivación de modelos
egipcios. Los brazos se pegan al cuerpo y las extremidades inferiores, aun
cuando se dispongan en plan de marcha tienen las plantas adheridas al suelo.
Observan la ley de la frontalidad, según esta ley el cuerpo queda dividido en
dos mitades simétricas, pero libres en su movimiento.
Evolución de los Kuroi
Las korai, estatuas femeninas,
aparecen vestidas, envueltas en una larga y ceñida túnica (jitón), encima de la
cual hay un ancho manto (himation) o un corto chal (peplo). Estas prendas
forman infinidad de pliegues. Suelen tener una mano libre y la otra la llevan a
la cadera con la que se levantan coquetamente el vestido. En el rostro muestran
la misma sonrisa arcaica que los kuroi y el pelo cae en largas trenzas
dispuestas en zigzag.
Transición al clasicismo
Primera mitad del siglo V a.C.
Los artistas tratan de dar a sus
figuras el movimiento natural de la vida y su verdadera configuración
anatómica. Su obra representa un estilo menos inflexible que el de las
esculturas arcaicas, pero sin la natural movilidad de las obras típicamente
clásicas.
Época Clásica
Segunda mitad del siglo V a. C.
Mirón, Policleto y Fidias son los
grandes escultores del clasicismo que persigue dos objetivos: la perfecta
imitación de la naturaleza, especialmente en el tratamiento del cuerpo humano y
una representación idealizada del hombre.
Mirón es cronológicamente el
primer escultor clásico. Es un broncista. Estudia el movimiento potencial, sin
violencia. Su obra más famosa es el Discóbolo. Aunque maravilló a sus
contemporáneos apartándose de la representación de un atleta en reposo, hay algunas
reminiscencias arcaicas: el cabello sin relieve, la inexpresividad del rostro
que no se corresponde con la acción y la frontalidad.
Policleto fue un gran teórico de
la escultura. El cuerpo humano para él era número y proporción. Cada una de las
partes del cuerpo debía tener unas dimensiones adecuadas para componer el
conjunto armónico e ideal.
Tales teorías están plasmadas en su Doríforo
(portador de lanza). Pese a su aparente naturalismo hay mucha reflexión en esta
estatua, sus grandes líneas obedecen a trazados geométricos en un afán de
definir abstractamente la figura. También es novedoso el modo de mover la
figura, conforme a la fórmula del contraposto que es la réplica definitiva al
frontalismo.
El Diadúmenos probablemente
encarna a Apolo en el momento de colocarse la tenia del triunfo. Carece de la
dureza de planos del Doríforo y está más movido.
Fidias es la figura máxima de la
escultura griega. Nacido en Atenas desde la mitad del siglo V se encontraba al
frente de los trabajos del Partenón, gozando de la plena confianza de Pericles.
Su estilo está basado en figuras
de actitudes pausadas, expresiones serenas y una cierta solemnidad. A estas
características se une la calidad del modelado de los pliegues de los ropajes
con una técnica conocida como paños mojados.
Su obra más importante es la
decoración de las diferentes partes del Partenón: los frontones, las metopas y
el friso que rodea la cella.
El frontón oriental representa el
nacimiento de la diosa Atenea y en el frontón occidental Poseidón disputa a
Palas Atenea la posesión de la ciudad.
Las noventa y dos metopas
representan principalmente los combates que hubo que librar el rey de Atenas,
Teseo, con gigantes, amazonas y centauros para apartarlos de la ciudad.
El tema del friso que rodeaba la
cella son las Panateneas, procesión de todo el pueblo de Atenas hacia el templo
de su diosa protectora llevándole toda clase de ofrendas en el día de su
festividad.
También realizó Fidias diversas
estatuas de las que sólo tenemos referencias literarias como la Atenea Lemmia,
encargada por los ciudadanos de Lemmos para colocarla en la Acrópolis de
Atenas; La estatua gigante de quince metros de altura de Palas Ateneas que se
encontraba en el interior del Partenón realizada en la técnica criselefantina
(oro y marfil); también de oro y marfil era el Zeus que hiciera para el
santuario de Olimpia, del que nos dan idea las monedas. Estaba sentado en un
trono y henchido de majestad.
La influencia de Fidias es
perceptible en numerosas figuras de esta época como los relieves que decoraban
la balaustrada del templo de Atenea Niké en la Acrópolis, hechos ya en las
postrimerías el siglo V. El relieve de la Victoria que se ciñe la sandalia
presenta una insuperable maestría en la utilización de la técnica de los paños mojados
usada por Fidias.
Periodo Clásico tardío
Siglo IV a. C.
Tras la derrota de Atenas en la
guerra del Peloponeso (404 a. C.) es evidente la crisis de la polis clásica.
Los griegos quedan desencantados de los viejos ideales del siglo V. En la
escultura se refleja también un estilo más libre y subjetivo frente a la
idealización del siglo anterior.
Praxíteles era ateniense. Su arte
representa la gracia. Modela sus figuras en mármol o bronce, componiendo formas
blandas, suavizando las líneas con curvas delicadamente bellas. El claroscuro
tiene un papel importante en su arte. El peinado se hace con grandes mechones,
acentuándose el contraste lumínico, diferenciándose de los peinados planos arcaicos
y del siglo V.
Sus obras son figuras de dioses
pero sus modelos son hombres y representan seres humanos. Así por ejemplo,
Friné fue para él una amante y modelo para su máxima creación femenina: la
Venus de Cnido.
Sus figuras masculinas tienen un
sabor femenino. En ellas gusta Praxíteles de arquear abiertamente el cuerpo,
abriendo larga curva. Así ocurre en el Apolo Sauróctonos. El dios está apoyado
indolentemente contra un árbol y se dispone a matar a un lagarto.
El modelo masculino más
importante de Praxíteles es el Hermes. La estatua representa una escena en la
que Hermes con una expresión afectuosa ofrece con su brazo ahora mutilado un
racimo de uvas, que el niño Dionisos deseaba coger, indicando sus futuras
inclinaciones a la bebida.
Scopas era original de Paros. Es
característico en él su capacidad para revelar las interioridades del alma,
como el amor, la sensualidad, la nostalgia, la inquietud,… Tuvo predilección
por las representaciones más trágicas. Este ideal aparece expresado en su
Ménade, que se halla poseída del furor dionisiaco; en ella vemos su tendencia
sensual al abrir provocativamente los vestidos. Otra de sus obras importantes
es el Meleagro, en cuyo rostro se ve la expresión trágica anunciadora de su
próxima muerte. Para conseguir este patetismo, Scopas hunde los ojos y los
inclina hacia arriba, entreabre la boca, que se dispone anhelante y dispone el
peinado en mechones abultados y claroscuristas.
Lisipo es el tercer gran maestro
del siglo IV, estableció un nuevo canon más estilizado que el de Policleto
consistente en el alargamiento de los miembros y la reducción de la cabeza, que
es una octava parte de toda la altura.
Posee estas características el
Apoxiomenos que representa a un atleta desnudo, con los brazos extendidos hacia
adelante, en actitud de quitarse del cuerpo con el estrígiles el aceite que se
había dado para competir.
Sus representaciones son
preferentemente masculinas como el Ares Ludovisi que aparece sentado en una
postura de cómodo naturalismo, impropia de la seriedad de un dios. Su Hércules
Farnesio, pese al abultamiento de sus músculos, es también de proporciones
lisípeas.
Otra faceta del arte de Lisipo son
sus retratos. Fue el retratista oficial de Alejandro Magno del que se le
atribuyen diversas cabezas.
Helenismo
Del siglo III al siglo I a. C.
Tras la muerte de Alejandro Magno
la escultura experimentó importantes cambios que obedecían a transformaciones
políticas y sociales y a la búsqueda de nuevas formas de expresión.
Una vez conseguidos el
virtuosismo y la perfección técnica, los artistas se lanzan a la búsqueda de
nuevos temas (cotidianos, extranjeros, grotescos,…) y al interés por
representar emociones y estados de ánimo que suponen un alejamiento del
idealismo de la época anterior.
Abundan las esculturas pero por
lo general se desconocen la fecha y el autor.
La escuela de Atenas es la más
tradicional, continúan haciéndose obras de imitación de Scopas, Praxíteles y
Lisipo, como el Pugilista o el Torso de Belvedere. La influencia clásica
también es visible en la Venus de Milos.
La escuela de Rodas destaca por
sus obras barrocas llenas de movimiento como la colosal Victoria de Samotracia,
representación alada de la Niké antigua, concebida aquí con soberbio
naturalismo. Se apoya en la proa de un navío, que levanta a la estatua y la
hace más airosa. Los pliegues se ciñen, transparentes, al bellísimo cuerpo,
ondeando por los lados como pabellón marinero.
El grupo de Laoconte nos recuerda
el pathos scopásico. Es una obra del siglo I a.C. y es toda una síntesis de las
tendencias helenísticas. La obra representa el momento en que dos serpientes se
enroscan al cuerpo de Laoconte y sus hijos castigados por Poseidón por recelar
del caballo de Troya. Por lo tanto el tema de la obra es la representación del
dolor. Es maravillosa la unidad de líneas, la unidad psicológica y la unidad
plástica de esta composición.
La escuela de Pérgamo. Pérgamo
era la capital de un sólido imperio helenístico en el Asia Menor. Entre sus
obras importantes están las representaciones de los galos o gálatas, pueblo
bárbaro que intentó invadir el imperio. Pero la gran creación de Pérgamo esel
Altar de Zeus y Atenea erigido en el siglo II a. C. El tema elegido para
decorar el friso del altar es la gigantomaquia (lucha de los dioses contra los
gigantes). La técnica escultórica revela la influencia de Scopas, en esas caras
de mirada visionaria y boca anhelante.
La escuela de Alejandría fue uno
de los núcleos fundamentales de este periodo. Allí el paisaje antropomórfico
griego logra una de sus más características representaciones en el famoso grupo
del Nilo
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